jueves, 23 de julio de 2009

¿El apetito por los videojuegos se acaba o es que no encuentro nada que me agrade?

Curiosa pregunta que me hago tras dedicarle una entrada de tamañó considerable a Mirror's Edge, pero también es cierto que junto a Ninja Blade es de los pocos juegos que ha conseguido emocionarme últimamente.

Han salido muchos de los llamados must have, y apenas ninguno me ha conseguido cautivar. Empecemos. Por avatares del destino, tuve FallOut 3 un tiempo por la cara. Las primeras impresiones fueron inmejorables. Me gustaba absolutamente todos los elementos que lo componían. Pero al llevar 3 o 4 horas, el juego se tornaba a pesado y aburrido, y acabé dejándolo de lado. Luego compré el Gears of War 2, e Inés me regaló tanto el Persona 3 FES como el Sonic Unleashed, juegos que esta vez sí disfruté y devoré como un enano.

En las últimas navidades, y viendo el prácticamente inminente lanzamiento de la cuarta entrega de la saga Star Ocean, comencé mi particular recorrido a la saga. Me pasé el primero y el segundo en PSP y el tercero en PS2 casi del tirón. Y en ese momento, prácticamente, hice un parón videojueguil por temas universitarios, exceptuando las honrosas partidas a la PSP en los viajes. Y tras acabar los exámenes y empezar mis vacaciones, pensé que el vicio volvería de forma casi inhumana, pero nada más lejos...

PAra conmemorar mi vigésimo cumpleaños decidí autorregalarme una edición de coleccionista del Star Ocean IV en Xbox 360, y me dispuse a deborarlo. Tras 2 horas de juego, todo pintaba perfecto, pero ya en el segundo DVD el hastío me pudo, y lo dejé. ¿Como podía haber sucedido eso? Star Ocean es una de mis sagas favoritas, y el juego no estaba mal objetivamente hablando, pero no pude más. La historia era sosa, la cámara horrible, el doblaje y la banda sonora hacían que te saltasen chispas por los oídos y para colmo, el control en los combates no era precisamente la precisión hecha juego. Así que me encontraba con que, para mí, no había ningún elemento que me hiciese tirar hacia delante, y ahí está, en la estantería.

Tampoco The Last Remnant pudo. Aunque repudiado por mucha gente, mi gran amigo Esoteric me lo vendió muy bien, pero al final a mi no me cuajó. Era un nido de defectos y un gameplay lento. Quizá en PC le de otra oportunidad y me guste, pero en Xbox 360 era horroroso.

Aparte de estos, jugué a más títulos, entre ellos Persona 4 (50h y aumentando de juego), Mirror's Edge o Ninja Blade, que sí me gustaron bastante, pero el sabor que tengo es amargo.

De aquí a final de año solo tengo previsto comprar la edición especial del Dissidia: Final Fantasy (tras jugar muchas horas me parece genial) y la del Starcraft II (que menos :D). Y ya. Modern Warfare 2 estaba en los planes, pero viendo la subida de precio, que les den. Y Crackdown 2, aunque me mola, ya veremos.

En fin, una lástima.

Quizá porque me haga mayor, quizá porque los videojuegos cambian y no me gustan, o quizá porque ni los RPG's cumplen ni los juegos de acción salen con la cantidad ni la calidad que me gustaría, pero últimamente los videojuegos me están dejando un sabor entre amargo y dulce. Espero seguir encoontrando otros caramelos, como Mirror's Edge.

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